jueves, 9 de julio de 2009



LEYENDA: “DE LA PIEDRA PICUDA”

En el antiguo camino a Santa María del Mexicano, en el tramo comprendido entre el campo de tiro y el pozo de los borrega, lugar muy conocido por los colonenses, se encuentra una piedra erigida y majestuosa que su aspecto y forma son el de una estatua, a la cual generaciones desde mediados del siglo XVII, hasta nuestros días, la conocemos con el nombre de la “Picuda” o la “mujer de Piedra”. En el año de 1975, quien esto escribe tenía la edad de 8 años y mi abuela paterna; la Señora Josefa González Rodríguez originaria de La Salitrera me contaba muchos sucesos e historias antiguas, a mi abuela le gustaba mucho salir al campo, al cerro, a buscar y juntar garambullos, guamiches, nopales, tantarrias y leña, en una de las muchas ocasiones que la acompañe, llegamos y nos sentamos precisamente junto a la piedra picuda y me contó esta historia.
Hace muchos años paso por aquí una peregrinación proveniente de Santa Catarina Guanajuato, quienes iban a visitar a la Virgen de los Dolores, y desde muy atrás venia una mujer que se venia quedando atrás y venia ya muy cansada y renegando de las ampollas que le causaba la caminata, ya descalza y con los pies ensangrentados.
Al asomar en la cuesta vió a lo lejos la cupula del Templo de Santo Domingo y con sus lamentos y renegando dijo: “hay madre mía ya no puedo más si es tu voluntad conviérteme mejor en piedra para ya no sufrir más y al instante quedo convertida en una estatua de piedra”.
Sus compañeros al regreso buscaban a esa mujer que nunca llego a Soriano y no la encontraron por ninguna parte, ni quien les diera información en el pueblo.
Al regreso pasaron nuevamente por este sitio, percatándose que cuando venían de Santa Catarina, no habían visto esta piedra en forma de mujer. Y desde entonces se cree que fue esa peregrina convertida en estatua de piedra.




LA FAMILIA MOTA

Don Amado de la Mota

Se sabe que Don Amado de la Mota era un indio otomí de Tolimanejo[1] (hoy Colón), comerciante de aguardiente; muere en Colón en el año de 1905. Amigo del General Tomás Mejía, con quien se dice, formaron una sociedad de capitales y haciendas.

El matrimonio formado por Don Amado de la Mota y Doña Dominga Ugalde tuvo tres hijas: Hermelinda, María y Josefa. Además de un hijo ilegítimo llamado Juan de Dios de la Mota (murió en 1892 en Colón).

En el año de 1845, Don Amado fue militar y comandante de la Guardia Nacional de Tolimanejo, teniendo a sus órdenes alrededor de cuarenta o cincuenta hombres de los que era su Capitán.

A él se atribuyen muchas de las construcciones importantes de esta población, como la Alberca de Agua Fría, las acequias o caños que conducían el agua hacía los huertos aledaños al Río Colón, la Pila del jardín principal y el edificio que ocupa la Presidencia Municipal, además de ser padrino de construcción de Templo de Soriano (hoy Basílica Menor).[2] Además fue benefactor durante las festividades y celebraciones de la población.

Vista de la fuente del Jardín Héroes de la Revolución, construcción de Amado de la Mota


Entre las historia de este personaje se dice que: Cada vez que Don Amado regresaba de la Sierra traía más y más dinero, un día compró una casa en Tolimanejo, luego otra y otra, por lo que los lugareños le preguntaron a Amado:

¿Cómo juntas tanto dinero?,
A lo que les contestaba:
-Me lo dan las ánimas.


Pues aseguraba que en cada una de las propiedades que fue comprando, encontró dinero enterrado, siendo el primero que halló en una posada que estaba en medio de Tolimán y Peñamiller, luego en cada casa que adquiría fue encontrando nuevos tesoros, por lo que siguió comprando inmuebles.

A principios del siglo XX, la familia Mota era dueña de sesenta casas.[3] Entre ellas la Casa Mota ubicada en Francisco I. Madero No. 71 en la cuidad de Querétaro, y conocida, en el siglo XIX, como Mesón de la Luz.

El 16 de enero 1860, José Luis Sánchez de Tagle y Don Amado de la Mota celebran un contrato de arrendamiento, quedando como dueño temporal de las fincas de El Lobo y El Zamorano[4]. El acuerdo establecía un pago de trece mil pesos anuales, modificándose posteriormente con un pago anual de siete mil pesos, por nueve años.
Hacia el año de 1870 los Sánchez de Tagle seguían conservando sus propiedades, pero después de estas fechas, la familia Mota llegó a ser propietaria de las haciendas de El Lobo, El Zamorano y el Salitre, apareciendo como sus dueños en la Memoria Estadística de 1879, luego compraron Amazcala, Alfafayuca y hasta finales del siglo XIX y principios del XX tuvieron Atongo y San Rafael, agregando la de Chichimiquillas, Sanjuanico, Santa María del Retablo, Santa María Magdalena y posiblemente La Griega. [5]

En 1867, Amado de la Mota se fue a vivir a Tolimanejo después del Sitio de Querétaro, a una casona situada en el lado norte de la Plaza de la Independencia (hoy Jardín Plaza Héroes de la Revolución) en donde está la Presidencia Municipal, en la que todavía se pueden ver las letras A M labradas en los dinteles de los balcones del edificio, así como en los ventanales de la hacienda de El Lobo.

Antigua casa de la familia Mota, edificio actual de H. Ayuntamiento, en los dinteles de los balcones se observa las letras A M

Hacia el siglo XX los bienes de la familia Mota fueron adjudicados de la siguiente manera: Hacienda de el Lobo, Doña Josefa de la Mota de Rosano; la de Alfafayuca a Doña María de la Mota de Fernández de Jáuregui; la de El Zamorano a Hermelinda de la Mota de Nieto; de Amazcala y su anexa Santa María Begoña, Doña Dominga Ugalde Vda. De la Mota y/o Hermelinda de la Mota de Nieto y la de el Rodeo a Hermelinda de la Mota de Nieto.[6]

En cuanto a la Hacienda de el Lobo, su casco actual, fue construído hacía 1865. Se cultivaba maíz, trigo, cebada, frijol, lenteja, garbanza y alfalfa. De la huerta se obtenían: higos, duraznos, manzanas, membrillos, aguacates, etc. Se compone de casa del hacendado, trojes, caballerizas, casa de empleados, corrales, tienda de raya, casa del administrador.

Para las últimas décadas del siglo XIX, don Amado de la Mota, había distribuído las tierras en mediería entre los habitantes de los poblados integrados a las haciendas, algunos nombres de los poblados son explícitos en cuanto a las funciones que cumplían con la hacienda como la Puerta de En medio, Puerta del Mezote, que eran literalmente las puertas de los potreros o corrales que se encontraban entre los cerros; o el Puerto de Tepozán, que era un sitio de descanso, herraje y ordeña; o la Carbonera, zona de agostadero y lugar de reunión del carbón bajado del Pinal de Zamorano.

Los nombres de algunas estancias o poblados indicaban, la abundancia de sus cultivos, animales u obras de infraestructura como: los Trigos, las Calabazas, los Tanquecitos, la Zorra, la Pila o Presa de Rayas.[7]

En la segunda mitad del siglo XIX, la familia Mota, había vendido o donado, grandes extensiones (Atongo, Santa María del Mexicano, el Rosario) pero conservaba El Zamorano, Amazcala, Alfafayucan y El Lobo.

Para 1913, la crisis económica afectó a la familia Mota, solicitando un crédito hipotecario por cuatrocientos mil pesos sobre las Haciendas de El Lobo, EL Zamorano y Alfafayuca.[8] Diez años después, la Fundación de Beneficencia Privada Ignacio Torres Adalid entabló un JUICIO SUMARIO HIPOTECARIO, a las señoras Josefa de la Mota de Rosano y María de la Mota de Fernández de Jáuregui, por cien mil pesos oro nacional, quedando embargadas estas haciendas.
Alberca de Agua Fría, ubicada a un costado de la CEA, en la cabecera municipal, tiene 200 metros de diametro por 20 de profundidad


En el caso de El Lobo, la Fundación Torres Adalid, embargó la propiedad administrándola por un tiempo, después la arrendó hasta ser vendida en 1957 a la familia Iturbe.

Entre las primeras expropiaciones de las propiedades de la familia Mota, se señala los cascos de la hacienda de Santa María Begoña y la de Amazcala propiedad de Hermelinda de la Mota por estar en deuda con el erario público. Además de las casas que se tenían en la cuidad de Querétaro como: la casa de Madero No 4 (hoy Madero 83)[9], la casa número 19 de la Av. Pino Suárez[10]. El remate de la Hacienda de El Lobo y el remate de la Hacienda de Alfafayuca.[11]

Ante la imposibilidad de cubrir las deudas con la Fundación Torres Adalid y el erario público, las haciendas fueron reclamadas por la Comisión Mixta Agraria, para dotar a los trabajadores de parcelas ejidales. Así la hacienda de El Lobo fue afectada en seis ocasiones, para formar los ejidos de los siguientes poblados: El lobo, 850 hs; El Zamorano, 2,627 hs; Puerta del Mezote y anexos (donde se incluyen Peña Colorada, Puerta de Enmedio, La Zorra y el Mezote) 1,441 hs; Peñuelas, 999 hs; Soriano y los Quiotes, 718 hs.

[1] Simon Miller. Formación de clase y transición agraria en
México: de la hacienda al rancho en el Bajío, 1840-1985

[2] Francisco Javier Meyer Cosío. Querétaro árido en 1881: una visita gubernamental a Tolimán, Colón y Peñamiller Universidad Autónoma de Querétaro, 2001

[3] Guillermo Hernández Requenes cuenta de Amado Mota en su artículo La Casa de Mota, en la revista Querétaro de septiembre de 1993.
[4] Martha Otilia Olvera Estrada. Los Tiempos del Patrón… Danza de mil Soles. Los últimos trabajadores de la Hacienda en Querétaro. Talleres Gráficos del Gobierno del Estado, 1997.

[5] Luis Fernando Flores Olague. Historia de la Cuestión Agraría Mexicana, Estado de Querétaro, Vol II. Juan Pablo Editor S.A. UAQ, México, 1989.
[6] La Sombra de Arteaga, 1927 - 1940
[7] Martha Otiliza Olvera Estrada. Op. Cit. Pp. 101 - 105
[8] Sombra de Arteaga, 1926
[9] Sombra de Arteaga, marzo – mayo, 1926
[10] Op. Cit. 16 de enero de 1930
[11] Ibidem. marzo - noviembre 1940

LEYENDA DE "LA TACONUDA"


LEYENDA DE “LA TACONUDA”


Cuenta la leyenda que en la segunda década del siglo pasado. Una familia de apellido Gorozpe habito la ex hacienda de Ajuchitlán, donde imperaba la rígida autoridad de don Pedro, se dice que en aquel entonces su única hija empezaba a despuntar como una mujercita de gran belleza, quien, asediada por las pretensiones amorosas de un joven y apuesto campesino, termino por enamorarse de él. Ambos iniciaron un romance clandestino a sabiendas de que la enorme diferencia de clases, era el enorme obstáculo para su unión.

Una noche se citaron en uno de los patios de la hacienda, pero fue tanto su enamoramiento que no percibieron las miradas recelosas de un peón; quien los denuncio con don Pedro. El cacique, furioso, salió tras ellos para comunicarles su castigo y al sorprenderlos, se abalanzo sobre el joven y lo asesino; mientras tanto la bella joven se refugio en su habitación, esperando que su padre se compadeciera de ella; pero ocurrió que la furia de don Pedro se acrecentó al descubrir que el campesino había mancillado el honor de su bella hija; la golpeo sin misericordia hasta herirla gravemente y después la amarro en una silla como señal de castigo. Así transcurrió un día de angustia y tortura para ella, sin probar ningún alimento y adolorida por las crueles ligaduras, hasta que al llegar la noche del siguiente día, expiro irremediablemente.

A partir de entonces, se cuenta que durante algunas noches el espectro de la hija deambula por los corredores de la ex hacienda, hace sonar sus fúnebres tacones y empuña una daga, clamando venganza. También se dice que la silla en la que fue amarrada y torturada se conserva aún en la ex hacienda, se ha tapizado tres veces y la mancha de sangre vuelve a aparecer.

PETROGRABADOS EN LOS PILONES