Colón, territorio sagrado otomí-Chichimeca, dominado por el majestuoso Cerro del Zamorano (Xont´e) que se eleva como guardián estoico al paso de los siglos, por sus entrañas corre la vida que reboza en espejos de agua, donde el verdor produce la fantasía de sus paisajes pincelados por cañadas y cascadas, lomas y mesetas; adornados por flores multicolor y cantos ancestrales de pájaros silvestres; caminos, veredas desgastados con el andar de los siglos, pies descalzos de cazadores – recolectores, que plasmaron en la roca su cosmovisión.
A la lejanía, los valles, frutos de la tierra, fertilidad desbordante, campos de maíz y frijol, el trabajo del hombre que domina la creación y construye majestuosas haciendas, riqueza y esplendor en los tiempos del patrón.
Al centro, el río desbordante de alimento cuyas riveras atraen como piedras preciosas, el asentamiento de los primeros habitantes, construcciones de cal y canto, portales de exquisita precisión, doctrina franciscana y dominica, fe profunda desde su fundación, imagen venerada, talismán de bella atracción, que postran su rodilla al ver inmaculada el radiante brillo de su devoción.
En su cima, descansan los ancestros (Xitá) mecos visitados en la festividad de la Santa Cruz, peregrinar de tres días, en lunes de pascua, partiendo de la comunidad de San Miguel, Tolimán. Sincretismo entre cruces de ánimas, velaciones y el ritual de los cuatro vientos, y las peticiones por el buen temporal. El Pinal encierra la riqueza de la naturaleza, por la abundancia de su fauna silvestre, del venado y la víbora y la diversidad de flora, entre pino y oyamel.
En sus abrigos rocosos, la llamada cueva alta, donde los cristeros levantaron el campamento e hicieron el juramento; sitio de velación de la Santa Cruz, vestigios de este hecho las estaciones del viacrucis talladas en su interior. Al igual, la imagen aparecida de la Virgen de Guadalupe, que es referencia del peregrinar a la cima del Zamorano.
A las faldas del Pinal, de la comunidad de Pueblo Nuevo, fueron los primeros habitantes de la Misión de Santo Domingo de Soriano, Chichimecas reducidos por la doctrina Dominica.
De su costado, un manantial propicia la construcción de canales, patrocinado por Don Amado de la Mota; obra hidráulica para el abasto del vital líquido, que conduce por cincuenta kilómetros y pasa por el antiguo molino de granos de la comunidad del Saucillo.
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